LOS PUEBLOS COSTEROS DE ENSUEñO PARA VISITAR EN LA REGIóN DE MODA ITALIANA

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Los pueblos costeros de ensueño para visitar en la región de moda italiana

Un recorrido por Alberobello, Lecce y Santa María de Leuca, entre otros pueblos de la región de Puglia, alejados de los íconos artísticos del norte.

JULIETA BILIK - PARA LA NACIÓN (ARGENTINA) - GDA

Entre el mar Jónico y el Adriático, la región de Puglia recorre 800 kilómetros de costa y, aunque se la conoce como ‘el tacón de la bota’, presenta una densidad y variedad de paisajes y atractivos que no debiera dejarse de lado a la hora de decidir recorrer Italia. Sin tanta estridencia ni íconos artísticos como los del norte, la zona sur es más folclórica y genuina en su cultura de la italianidad. Alejada de poses y mandatos, la Puglia se yergue entre paisajes montañosos, playas de ensueño y la sencillez de gente que no debe sus atributos ni al diseño ni a la innovación. Sin postales icónicas, esnobismo ni exceso de sofisticación, la Puglia emociona por su naturaleza y el entramado histórico que se teje alrededor de ella.

Como en las fábulas, Alberobello –declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco– es un pueblo en medio de las montañas con más ficción y magia de lo habitual. Para acceder en carro se recorre un camino, ascendente y zigzagueante, de casi una hora por una zona rural verde y próspera. De a poco se ingresa al mundo de ensueños de los famosos trulli (unas fascinantes edificaciones cilíndricas blancas, con tejados cónicos de piedra, que datan del siglo XVI). (Lea también: Un viaje por Valencia, España: una ciudad verde, futurista, histórica y deliciosa) Calles peatonales, empedradas y angostas suben, y no se sabe a dónde. El recorrido a pie, tan errático como errante, ofrece postales para Instagram y más dudas que certezas: el intento de descifrar por qué y para qué esas construcciones (algunos trulli preservan los techos decorados con símbolos astrológicos, cristianos o paganos), la sensación de que en cualquier momento aparecerán duendes, y el incógnito de cómo serán por dentro.

Con un casco histórico asequible y de tonos marfil, la pequeña ciudad de Lecce es conocida como ‘la Florencia del sur’ por la abundancia del mundo barroco en su casco histórico. Con la piedra de arenisca tallada de sus catedrales y plazas, Lecce invita a recorridos a pie en los que deslumbran la Piazza del Duomo, la Basilica di Santa Croce y la de San Mateo, y la iglesia de Santa Chiara. Hay dos teatros al aire libre: el Anfiteatro Romano, que data del siglo II a. C., tenía capacidad para 25.000 espectadores y albergaba combates de gladiadores; y el Teatro Romano que, descubierto en 1929, fue construido en tiempos de Augusto. Otro imperdible es la Porta Napoli, una puerta tipo arco de triunfo que conduce al centro histórico de la ciudad. La cocina rústica es otra de las principales atracciones. Se ofrecen clases de cocina de los orecchiette (pasta con forma de oreja) con degustación de vinos, y también se pueden probar los ciceri e tria, un corte especial de pasta, en parte hervido y en parte frito, que se sirve con garbanzos.

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Entre dos mares

Santa María de Leuca es literalmente el tacón de la bota italiana. El pueblo se cierne sobre el accidente geográfico de un cabo y todo se organiza en torno de la costa, de acantilados interrumpidos por playas pequeñas. Subiendo el promontorio hay una basílica y el santuario de Santa María de Finibus Terrae, construidos sobre una gran explanada con vista al encuentro entre los mares Adriático y Jónico; también hay un faro. A pie se puede acceder por la Escalinata Monumental, que permite apreciar vistas desde otro ángulo de la ciudad. Se recomienda visitarlo al atardecer, tras una merienda o un helado en la cafetería Martinucci, que ofrece mesas al aire libre y diversidad de pasticciotti (pastel relleno). Durante la temporada de verano el malecón está cubierto de puestos de artesanías, ropa y souvenirs. Otro paseo inolvidable es en barco: permite ver de cerca las puntas Ristola y Meliso, explorar los espectaculares acantilados rocosos y hasta nadar entre las cuevas naturales que se forman no tan lejos de la costa. A 50 kilómetros de distancia, sobre el golfo de Tarento, Gallipoli es conocida como la Perla de Salento. Cuenta con un centro histórico amurallado en una pequeña isla de piedra caliza. Famosa por sus playas, algunas de las cuales son urbanas, y otras –las más lindas– no son gratis.

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Porto Cesareo

‘La Seychelles de Salento’. Así la publicitan quienes la conocen, que, dicho sea de paso, son pocos. El pueblo tiene 6.000 habitantes y un número similar de plazas hoteleras. Tranquilo y austero, tiene playas bellísimas con mar cristalino y arena fina. Su circuito nocturno es breve, pero grato de recorrer, con malecón, puestos de comida y de artesanías en cerámica. Imperdible la visita a Ostuni, Monopoli y Polignano a Mare. Ostuni tiene una particularidad: es una ciudad panorámica construida sobre tres colinas, a más de 200 metros de altura. Sus casas encaladas y las calles que las rodean, de un blanco impoluto, no responden a ninguna cuadrícula. Su epicentro turístico es la plaza de la Libertad, rodeada por sus edificios civiles y religiosos más importantes como el Palazzo di Città, actual municipalidad de Ostuni, la iglesia de San Francisco de Asís, de origen medieval, y el obelisco de Sant’Oronzo. Gracias a su cercanía al mar Adriático, Ostuni también es un destino de playa ideal. Entre los balnearios que la rodean se destacan dos: Baia dei Camerini, en gran parte de acceso libre y rodeado de bares y restaurantes, y Torre Guaceto, que es todo lo contrario; el límite sur de Ostuni es de gran belleza por su paisaje natural y poco intervenido. Ideal para desconectar. A menos de una hora en auto de Ostuni está Monopoli, una ciudad un poco más grande con centro histórico y murallas. Se destaca el pequeño puerto, un lugar muy pintoresco donde se amarran barcos pesqueros, conserva cierta tranquilidad y un concentrado de testimonios arquitectónicos venecianos, góticos y bizantinos, que son la demostración de la importancia que ha tenido el puerto en el tráfico mercantil de la zona. La playa de la ciudad es Cala Vecchia: pequeña con muchas piedras, poca arena y las murallas de la ciudad de fondo. Polignano a Mare, un antiguo pueblo de pescadores, hoy en día es un balneario pintoresco construido sobre acantilados, con circulación casi en su totalidad peatonal, iluminación teatral y construcciones de roca caliza. Su playa principal, Lama Monachile, es una postal típica del sur de Italia, un tesoro muy retratado y difundido que funciona en redes sociales como el símbolo de la Puglia.

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Cerca, pero en Basilicata

Por fuera de los límites geográficos de Puglia, pero muy cerca de ella, en la provincia de Basilicata, hay una ciudad imperdible por su singularidad e historia: Matera. Lo que la caracteriza son los sassi, construcciones rupestres excavadas en la roca de la Murgia, declaradas Patrimonio de la Humanidad en 1993 y que encuentran sus orígenes en asentamientos prehistóricos que se cree son de los primeros en habitar Italia y ¡el mundo! Gran parte del casco se mantiene, al menos en las fachadas, tal cual. Hay muchos miradores. En esta ciudad se filmaron películas como El evangelio según San Mateo, de Pasolini, y La pasión de Cristo, de Mel Gibson. En lo culinario, el pane di matera es una especialidad. Hasta mediados del siglo XX los hornos de leña de la ciudad que se utilizaban para hornear estos panes eran compartidos por todos los habitantes, por lo que cada familia le imprimía su propio sello para lograr distinguirlos.

JULIETA BILIK PARA LA NACIÓN (ARGENTINA) - GDA BARI, ITALIA

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